La seguridad vial en Europa avanza, pero demasiado despacio. Así lo confirma el Informe PIN 2025 del European Transport Safety Council (ETSC), que sitúa a la Unión Europea lejos de la senda necesaria para alcanzar el objetivo comunitario: reducir a la mitad las víctimas mortales en carretera antes de 2030. España, con un progreso inferior al de otros países, afronta un desafío urgente y complejo.
La UE no acelera: datos que preocupan
El PIN Report, considerado el barómetro anual de la seguridad vial europea, es contundente. Desde 2019, las carreteras de la Unión han conseguido reducir la mortalidad apenas un 12 %, una cifra muy alejada del ritmo exigido para alcanzar la meta del -50 % en menos de cinco años.
En ese contexto, España queda aún más rezagada: la reducción acumulada desde 2019 se sitúa en solo el 10 %, un registro que evidencia un estancamiento en la evolución de la siniestralidad y un alejamiento progresivo del compromiso europeo.
Un parque móvil envejecido: el núcleo del problema
La principal explicación está en la estructura del parque automovilístico. Los datos más recientes de ANFAC y DGT son claros: la edad media del parque supera los 14,5 años y más del 60 % de los turismos carecen de sistemas básicos de seguridad activa, como control de estabilidad o frenada autónoma.
La relación entre antigüedad y letalidad es directa. Los vehículos antiguos protegen menos y evitan peor los errores del conductor, responsables del 90 % de los accidentes. Sin tecnologías ADAS, sin asistentes de mantenimiento de carril, sin sistemas de detección de fatiga, la seguridad vial pierde capacidad preventiva. Europa avanza hacia la conducción asistida; España sigue circulando con coches diseñados para otra época.
Los concesionarios, pieza clave en la modernización
Frente a este escenario, los concesionarios españoles están llamados a desempeñar un papel decisivo. No solo como punto de venta, sino como agentes de renovación, pedagogía y cultura de la seguridad. Si la administración activa planes de incentivo sólidos y sostenidos, serán los concesionarios quienes deban trasladar al usuario un mensaje claro:
“Cambiar de coche no es solo una cuestión de confort o tecnología: es una decisión de seguridad.”
Además, la expansión del mercado de seminuevos abre una oportunidad para acelerar el rejuvenecimiento del parque mediante fórmulas más asequibles para el ciudadano. Pero esa transformación exige acompañamiento, transparencia y una estrategia comercial alineada con la seguridad vial.
Cinco años para revertir una tendencia adversa
España encara la recta final hacia 2030 con una tarea pendiente: reducir un 40 % adicional la mortalidad vial. Un reto que va más allá de la tecnología del vehículo. Requiere actuar en varios frentes:
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Infraestructuras más seguras
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Formación y educación vial desde edades tempranas
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Refuerzo de la vigilancia y control
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Renovación urgente del parque móvil
Cada año que pasa con vehículos envejecidos en circulación supone aumentar la distancia respecto al objetivo europeo. Y cada avance aplazado convierte la Visión Cero —el horizonte de siniestros mortales igual a cero— en un ideal cada vez más lejano.
Un mensaje de alerta… y de posibilidad
El Informe PIN 2025 es crítico, pero también ofrece un punto de luz. Países como Noruega o Irlanda han logrado reducciones superiores al 30 % aplicando estrategias integrales, que combinan renovación del parque, campañas continuas de concienciación, mejoras en infraestructuras y políticas públicas consistentes.
El mensaje es claro: se puede avanzar, pero es necesario decidir hacerlo. España no parte de cero, pero necesita acelerar. Y necesita hacerlo ya.




