lunes, 7 de julio de 2025

La percepción del coche eléctrico: ¿freno o excusa para una transición que avanza lenta?

En pleno impulso de la transición ecológica y la descarbonización, España continúa rezagada respecto a otros países europeos en la adopción del vehículo eléctrico. Entre los factores que se señalan como responsables de este retraso, destaca uno con especial peso: la percepción de los conductores. Pero, ¿es realmente la mentalidad ciudadana el principal obstáculo o hay más barreras estructurales y económicas detrás?

Un avance visible, pero insuficiente

Según Aedive, a finales de 2024 se contabilizaron 40.438 puntos de recarga operativos en España, lo que supone un aumento del 33,2% respecto a 2023. Además, la red de recarga pública creció un 20% en el último año. Aun así, miles de puntos instalados siguen sin funcionar, lo que limita la confianza de los usuarios potenciales en la infraestructura.

En cuanto a las matriculaciones, el mercado de vehículos electrificados registró un incremento del 46,7% entre 2024 y 2025. Sin embargo, la cuota de mercado en nuestro país sigue siendo modesta: 30,1 puntos sobre 100, muy por debajo de líderes europeos como Noruega, Países Bajos o Francia.

La percepción: ¿barrera psicológica o consecuencia de barreras reales?

De acuerdo con Driveco, empresa especializada en recarga eléctrica, la percepción social negativa contribuye significativamente a la resistencia a la electrificación: desconfianza, dudas sobre la autonomía y temor a la falta de puntos de carga son factores que frenan al comprador.

Sin embargo, la percepción no surge de la nada: el precio de compra sigue siendo un escollo de peso. Los modelos eléctricos o híbridos enchufables rara vez bajan de los 20.000 euros sin extras ni personalización. Para muchas familias, resulta más asumible adquirir vehículos de combustión nuevos económicos o recurrir al mercado de segunda mano, donde abundan coches con más de 12 años de antigüedad.

El Plan Moves III: avances y sombras

El Plan Moves III, principal herramienta de incentivo, sigue generando críticas por la burocracia y la lentitud en los pagos. Muchos compradores se ven obligados a adelantar el importe de la ayuda, que en ocasiones nunca llega. Esto desalienta a potenciales usuarios que no pueden asumir el coste inicial sin el respaldo efectivo del incentivo.